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LA DÉCADA

PRODIGIOSA

La arqueologia catalana,

un instrumento

vertebrador al servicio

de la Mancomunidad

de Cataluña

Los años de plomo de la dictadura primoriverista. Agonía y final de una década prodigiosa

El día 6 de mayo de 1923 y por nombramiento de la Junta de Museos, Pere Bosch Gimpera toma posesión del cargo de responsable de la Sección Arqueológica del Museo de Arte y Arqueología del Parque de la Ciudadela. Josep Colominas le acompañará en las tareas de inventario y reorganización de las colecciones como ayudante técnico y Gandia seguirá con la responsabilidad de los materiales emporitanos.

 

Son tiempos convulsos. Pocos meses después del advenimiento del Directorio Militar de Primo de Rivera (septiembre de 1923), el día 24 de diciembre Puig i Cadafalch dimite de la presidencia de la Mancomunidad. Es substituido como presidente interino a lo largo del mes de enero de 1924 por Carlos de Lossada y Canterac, primero gobernador militar y después gobernador civil de Barcelona. A mediados del mes de enero de 1925 la Dictadura destituye al Gobierno de la Mancomunidad y a continuación designa a Alfons Sala i Argemí, conde de Ègara, de la Unión Monárquica Nacional, nuevo presidente de la Diputación de Barcelona y presidente de una Mancomunidad dictatorial de vida agónica y corta. Esta Mancomunidad fantasma es suprimida de manera definitiva el 20 de marzo de 1925.

Alfonso XIII y Miguel Primo de Rivera presiden una revista del somatén en Montjuïc. 1923.

Archivo Nacional de Cataluña  Fondo Brangulí Fotògrafs

 

Una etapa difícil per a l’arqueologia

La nueva Diputación de Barcelona dictatorial, una vez disuelta la Mancomunidad, hace desaparecer de su presupuesto del año 1925 cualquier subvención directa al IEC, a la vez que le quita el control y la gestión de una serie de organismos ya consolidados, como son el Servicio de Excavaciones, el Servicio Meteorológico, el Servicio de Catalogación y Conservación de Monumentos y el Servicio Cartográfico.

 

En cuanto al caso concreto del Servicio de Arqueología, la relativa inercia de los hallazgos, de las exploraciones y de las excavaciones del año 1923 continua también a lo largo de 1924, a pesar de las dificultades económicas cada vez más agravadas y manifiestas, ya que, por ejemplo, las excavaciones en los yacimientos de Oliva y Oriola se tuvieron que iniciar con dinero del Museo de Arte y Arqueología. A su vez, Colominas prosigue las excavaciones en la necrópolis paleocristiana de Tarragona y comunica los resultados en el mes de marzo. Por otro lado, la Sección encarga a Bosch Gimpera la confección de una carta arqueológica catalana y otras numerosas acciones de visita, estudio y prospecciones de poca envergadura al final de aquel mismo año.

 

Mientras, Bosch Gimpera presenta su Plan de excavaciones de 1924 con la finalidad de trabajar en los dólmenes del Alt Empordà, en Capmany, en las cuevas de la Cerdanya y también con la intención de proseguir las investigaciones en Mallorca y el Puig Castellar.

 

Llegados al año 1925, las actividades de la Sección Histórico-Arqueológica menguan notablemente, a pesar de que la Junta de Museos pone a su disposición la cifra de 3.000 pesetas para la necrópolis de Callosa de Segura (Alicante), yacimiento que excava Josep Colominas. A su vez, Bosch Gimpera prosigue la conformación del volumen de vasos ibéricos del Corpus Vasorum. Pero este año, 1925, la situación económica del IEC, ya sin el apoyo de los presupuestos de la Diputación de Barcelona y del Ayuntamiento de la ciudad y consumada la disolución de la Mancomunidad, será dramática.

 

 

Joaquim Folch i Torres, director del Museo de Arte y Arqueología hasta su destitución el día 27 de octubre de 1926.

Fundació Folch i Torres

Epílogo. El desalojo del Servicio de Investigaciones Arqueológicas

Lógicamente, el Servicio de Excavaciones sufrió una serie de peripecias a la largo de estos años. Los locales ocupados por el Servicio fueron desalojados manu militari del Palacio de la Diputación y el mobiliario, el material auxiliar de excavación y los materiales arqueológicos fueron enviados parcialmente al desván del Museo de la Ciudadela, hasta que en el verano de 1928 la Diputación instaló el Servicio en un primer piso de un edificio del barrio de la Sagrera –con una oficina de tributos en los bajos– que no estuvo medianamente operativo hasta el primer trimestre de 1929.

 

En 1927 se paran también las excavaciones en Empúries, y los trabajos no se retoman hasta cinco años más tarde, en 1932.

 

Esta situación y la falta de recursos del IEC llevarán a una parálisis que se extenderá de manera intensa entre los años 1925 y 1930. Habrá que llegar al final de la dictablanda del general Dámaso Berenguer (28 de enero de 1930 - 14 de febrero de 1931), sucesor del exiliado Primo de Rivera, y sobre todo a la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931, para empezar a percibir luz al final del túnel de la dictadura después de una década prodigiosa de la arqueología catalana dentro y fuera de nuestras fronteras.

 

Visita de Miguel Primo de Rivera al Museo de Arte y Arqueología.

Archivo histórico documental MAC
Fondo Gandia