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LA DÉCADA

PRODIGIOSA

La arqueologia catalana,

un instrumento

vertebrador al servicio

de la Mancomunidad

de Cataluña

¡Casi una conjunción astral! Gran Guerra, Mancomunidad, IEC y Pere Bosch Gimpera

En 1914 una serie de acontecimientos confluirán de manera decisiva para configurar un panorama más abierto, claro y decidido que marcará para siempre el acontecer de la investigación arqueológica catalana dentro y fuera de nuestras fronteras.

 

La creación de la Mancomunidad de Cataluña el 6 de abril de 1914 de la mano de Enric Prat de la Riba, presidente desde el año 1907 de la Diputación de Barcelona, fue la culminación de una serie de iniciativas –en 1911 las cuatro diputaciones catalanas habían acordado federarse– que durante años habían perseguido dotar a Cataluña de instrumentos de gestión, racionalización y progreso más democráticos y participativos y con una nueva dimensión supraprovincial.

 

¡Llegan nuevos tiempos! A los casi siete años de la fundación del Instituto de Estudios Catalanes en 1907, la Diputación de Barcelona –a instancias, muy seguramente, de su presidente, Prat de la Riba, y con la complicidad de Puig i Cadafalch– consigna en el presupuesto general ordinario del año 1914 de esta corporación provincial la cifra de 2.500 pesetas destinadas a “La exploración de estaciones prehistóricas”. Puig i Cadafalch propone solicitar a la Sección Histórico-Arqueológica del Instituto de Estudios Catalanes su opinión sobre este respaldo y pide a la Sección que redacte un plan de actuaciones en el cual se pueda invertir la mencionada consignación económica.

 

Nos hallamos ante el nacimiento del primer intento serio de planificación de la investigación arqueológica en Cataluña con un respaldo administrativo que incluye una dotación presupostaria consolidada.

 

1914. El programa de exploración de estaciones prehistóricas

Con fecha 19 de febrero de 1914, la Sección Histórico-Arqueológica del IEC envía a la Diputación de Barcelona el informe técnico solicitado, redactado por dos veteranos e ilustres colaboradores, Lluis Marià Vidal y Manuel Cazurro Ruiz, y que incluye diferentes lugares de Cataluña. Así, una vez recibido el plan de actuaciones, con fecha 10 de marzo de 1914 la Comisión de Instrucción Pública y Bellas Artes resuelve proponer a la Diputación que adopte el acuerdo de encargar a la Sección Histórico-Arqueológica del IEC “el servicio de exploración de estaciones prehistóricas”.

 

A su vez, el viejo y entusiasta colaborador del IEC Matias Pallarés Gil, hijo de Peñarroya de Tastavins (Matarraña), convence a la Sección Histórico-Arqueológica de las virtudes de intervenir arqueológicamente en la zona del Bajo Aragón, muy rica en yacimientos protohistóricos. Y así se hará, hasta el punto que las campañas de excavación en los territorios bajo aragoneses se convertirán en uno de los ejes básicos de la actuación arqueológica del Instituto entre los años 1914 y 1920.

 

Lluís Marià Vidal en la neápolis de Empúries. Entre 1906 y 1910.

Archivo histórico documental MAC Fondo Emili Gandia

El inspector técnico de las excavaciones de Empúries, Manuel Cazurro, al lado de la muralla meridional de la neápolis. 1908.

Archivo MAC, Empúries

Bosch Gimpera, el hombre clave

El estallido de la Gran Guerra (1914-1918) el 28 de julio de 1914 precipita el retorno inmediato a España desde Alemania –donde había completado su formación gracias a la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas de Madrid– de la persona más bien preparada y capacitada de que disponía la arqueología catalana en aquel momento: Pere Bosch Gimpera, entonces un joven de 24 años.

 

En un primer momento pareció que Bosch Gimpera optaría por quedarse en Madrid –de donde era su prometida– con la intención de trabajar para la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas. Sin embargo, la falta de sintonía con los ambientes académicos de Madrid y la rápida proposición de la Sección Histórico-Arqueológica del Instituto para que se hiciera cargo de iniciar y dirigir, a finales del mes de septiembre de 1914, la gran empresa arqueológica del Bajo Aragón le hicieron decidirse. Bosch Gimpera se quedará en Cataluña y emprenderá una larga y provechosa relación con el IEC que, a pesar de algunos altibajos, nos ofrecerá con su liderazgo una “década prodigiosa 1914-1924” de la arqueología catalana con réditos científicos todavía vigentes.

 

Retrato de Pere Bosch Gimpera.

Archivo fotográfico MAC